El final de la reina de los tristes destinos: La Revolución Gloriosa

Isabel II se convirtió en reina a los 3 años, gobernando plenamente a los 13. Durante su reinado, influyeron consejeros conservadores en sus decisiones, incluyendo la expansión ferroviaria. Esto provocó una crisis financiera en 1866, afectando industrias y generando desempleo masivo. Una escasez alimentaria elevó los precios y causó protestas urbanas. Las medidas en las Cortes se vieron obstaculizadas por el general Narváez, quien apoyaba a la reina y usaba el ejército para resolver conflictos de forma autoritaria.

La conspiración contra la reina.

En 1866, políticos liberales se reunieron en Ostende, Bélgica, para planear derrocar al gobierno debido al bloqueo en las Cortes y afrontar la crisis en España. El pacto acordado, vago en su lenguaje pero sugerente, apuntaba a cambios en el poder sin mencionar directamente la caída de la monarquía.
En este año, cuando la crisis era evidente, líderes militares como los generales Prim y Serrano se unieron al pacto, molestos por el estancamiento político. Serrano, en particular, tenía motivos personales y empresariales para buscar un cambio: había sido el favorito de la reina antes de ser apartado y presidía una compañía ferroviaria que necesitaba ayuda estatal para evitar la quiebra.

Tras la muerte del general Narváez en abril, se esperaba un cambio, pero la reina Isabel II nombró a González Bravo, un político ultraconservador. Esta decisión llevó a los militares y políticos a favor del cambio a considerar la insurrección, especialmente después de que la reina ordenara el destierro de importantes líderes liberales y moderados, incluyendo a Serrano.

Rebelación de los militares. 

La revuelta ocurrió rápidamente en menos de un mes, en septiembre de 1868, mientras la reina estaba de vacaciones en San Sebastián. Algunos líderes militares como Prim, Serrano y otros, a favor de la sublevación, ingresaron secretamente a España y decidieron llevar a cabo sus planes de inmediato. El 17 de septiembre, el vicealmirante Topete lideró una importante rebelión naval en Cádiz, mientras Prim aseguraba el apoyo de las flotas en la costa mediterránea.

Ante la noticia de la rebelión militar, el presidente González Bravo renunció y su reemplazo, el general de la Concha, intentó resistir con los pocos soldados leales a Isabel II. Aunque la reina quería regresar a Madrid, el general le aconsejó que se quedara en San Sebastián, ya que la situación indicaba que podría tener que huir del país. Los militares rebeldes no solo estaban ganando batallas, sino que también obtenían respaldo de los habitantes de las ciudades que se levantaban en su apoyo.
Tras enterarse de la rebelión militar, el presidente González Bravo renunció y el general de la Concha intentó resistir con pocos soldados leales a Isabel II. Aunque la reina quería volver a Madrid, el general le aconsejó quedarse en San Sebastián, ya que la rebelión ganaba terreno y el apoyo de las ciudades se sublevaba. Después de una gran derrota en Alcolea el 28 de septiembre, la guarnición de Madrid se unió a la rebelión, dejando poca esperanza de resistencia. El 30 de septiembre, Isabel II decidió exiliarse en París, nunca regresando a su país. A pesar de su convicción en su legitimidad y la de sus sucesores, años después, su hijo y nieto reiniciarían en España como Alfonso XII y Alfonso XIII respectivamente. En París, fue acogida por Napoleón III y compró el lujoso hotel Basiliewski, renombrado como Palacio de Castilla, donde residió hasta su fallecimiento en 1904. Aunque destronada, presenció el regreso de su hijo y nieto como reyes de España.

Una crisis sin resolver.

La rebelión tuvo éxito y el 8 de octubre se estableció un gobierno provisional liderado por Prim y Serrano. Sin embargo, la situación política seguía siendo problemática. La huida de Isabel II causó divisiones: algunos querían su retorno bajo una monarquía parlamentaria, otros preferían un nuevo rey Borbón, algunos buscaban una dinastía diferente y otros abogaban por proclamar una república. Serrano, como regente en ausencia de un monarca, expresó la dificultad de encontrar un rey democrático, comparándola con la rareza de hallar un ateo en el cielo. Por influencia de Prim, en 1870 las Cortes ofrecieron la corona a la dinastía Saboya, específicamente a Amadeo, hijo del rey italiano Víctor Manuel II. Se pensó que su perfil liberal podría satisfacer las diferentes facciones que habían promovido la revuelta. Sin embargo, resultó ser todo lo contrario: logró unir a estas facciones, pero en su contra. Desilusionado por la constante lucha por el poder en un país dividido, abdicó tras dos años de intentar reinar.

En este vídeo se explica de forma detallada y sencilla este acontecimiento:










4 Comentarios

  1. ¡Muy interesante, Carmen!
    La llamada “Revolución gloriosa”, un acontecimiento con gran importancia, aquí contada de forma detallada y que nos hace recordar un poco de nuestra historia…

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  2. Este texto está muy buen redactado!👌🏼

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  3. Este texto está muy bien redactado :) !!!

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